viernes, 27 de enero de 2012

CORRE, LOLA, CORRE O LA ESTÉTICA DE VIDEOJUEGO


TÍTULO ORIGINAL: Lola rennt
AÑO: 1998
DURACIÓN: 87 min.
PAÍS: Alemania
DIRECTOR: Tom Tykwer
GUIÓN: Tom Tykwer
MÚSICA: Tom Tykwer, Johnny Klimek, Reinhold Heil
FOTOGRAFÍA: Frank Griebe
REPARTO: Franka Potente, Moritz Bleibtreu, Herbert Knaup, Nina Petri, Joachim Król, Armin Rohde, Heino Ferch, Suzanne von Borsody, Sebastian Schipper

Lola recibe una llamada de su novio Manni; él debía entregar una mochila con cien mil francos a un gangster pero perdió el paquete en el metro y sólo quedan veinte minutos para que el mafioso se encuentre con él. Si Manni no tiene el dinero, será su fin.
Este es el punto de partida de la exitosa película alemana Corre, Lola, corre, un producto de gran complejidad visual y narrativa. Con sólo veinte minutos, Lola buscará salvar a su novio de la muerte en un viaje que recuerda, al menos en su estructura, a los videojuegos: el personaje se convierte en una especie de héroe que tiene que cumplir con una misión. La película, asimismo, se despliega en tres distintos finales, dos trágicos y uno feliz, que acentúan la sensación de juego (si el personaje falla en su objetivo se reinician las acciones a partir de que cuelga el teléfono y tiene otra oportunidad para lograr salir bien librado).
Además, en cada uno de los segmentos vemos como Lola y Manni toman diferentes decisiones que los conducen hacia un desenlace distinto. Pero esto no se detiene con ellos, pues en su carrera Lola se topa con numerosos personajes y según lo que ella hace, el destino de los otros cambia. Así, los finales son diferentes en cada ocasión, no sólo para los dos protagonistas, sino para todos los demás.
Finalmente, cabe destacar la cantidad de recursos empleados en el filme, el cual se nota diferente desde sus títulos iniciales (en los que un conjunto de aficionados forman el título de la película) hasta la utilización a lo largo de la película de instantáneas, cámara lenta, animación, tomas enloquecidas desde todos los ángulos posibles.
Hay quien piensa que, por este empleo de recursos, la película de Tom Tykwer (El perfume) es superficial. Un terrible error: la profundidad de la cinta se encuentra en la idea de cómo nuestras acciones afectan el destino de los demás.
Esta cinta es entretenimiento de calidad.

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